(Para hecharle un poquito de azucar y pimienta a nuestra realidad) Moncho.
Un día me fui a ver al famoso formador de precios a quien me encuentro disfrazado de vendedor de pochoclos.
Armando, ¿Qué hace así disfrazado? ¿De qué tiene miedo?
¡¡De la gente, Moncho!!- gritó con los ojos desorbitados-.
Tengo miedo de que me señalen, y además estoy cansado de que todos hablen mal de mí, estoy harto de ser el malo de la película.
-Escúcheme, Armando, lo que pasa es que los formadores de precios, por los precios que forman…no pretenderán ser la blanca nieves de la película… ¿no?
-Es que lo nuestro es una cuestión meramente técnica, objetiva, los formadores de precios trabajamos científicamente.
-De acuerdo, Armando – Dije mientras le sacaba un paquete de pochoclos- cuenteme como forman los precios.
-Sencillo, Moncho- Contesto mientras me sacaba la billetera, se cobraba el pochoclo y se quedaba con el cambio—Los precios se forman de la siguiente manera: se establece el costo de la materia prima, se le suma la mano de obra, los transportes y los impuestos.
-¿Los impuestos?-le dije-. Si aquí las empresas son famosas porque no pagan impuestos.
-Moncho, nosotros lo unico que hacemos es incluirlos en el precio. Si se pagan o no es otra historia. Luego se suma todo eso y se le agrega un pequeño e insignificante margen de utilidad.
-¿Pequeño e insignificante margen de utilidad? ¿Y eso es todo?
_ Bueno, todo, todo no, Moncho, como están las cosas a eso se le debe sumar un tanto por ciento por si las dudas, mas otro tanto por si las moscas, más un diez por ciento fijo por si las putas…y en dólares.
-¿y ese es el precio final?
_ No, Moncho, ese es el precio base sobre el cual el departamento de “guiños y sensaciones del mercado” pone su porcentaje.
-¡¿Departamento de guiños y sensaciones?!- le pregunto- y se me atraganta un pochoclo.
-Le explico, Moncho- Uno tiene que estar atento a lo que pasa. Si el presidente, cuando lo saluda al vice no le da un beso, significa una cosa; entonces aumentamos un diez. Si, en cambio, si las ministras y los ministros no se ponen de acuerdo, significa otra cosa, entonces le aumentamos un quince. Si la ministra sale en los medios a decir que es mentira que las cosas están caras ahí le subimos un veinte. Lo mismo si hace frio o hace calor. El mercado es muy sensible, Moncho, si varían los hectopascales, no se puede pretender que el precio del pochoclo se mantenga.
-Claro pues le dije- y si varían los hectopascales puede ser que los precios varíen y que alguna vez también bajen.
-Obvio pues, Moncho- los hectopascales variaron y algunos precios bajaron.
-Si claro, antes estaban a diez, subieron a ochenta, luego retrocedieron a setenta y dicen que bajaron.
-Bueno, Moncho- en realidad lo que hubo fue un ajuste…se ha desinflado un poco el colchón.
-¡Eso! El colchón de precios de los 5899 resortes, que si no lo desinflan un poquito, se va a seguir hinchando y la explosión se va a escuchar hasta Júpiter, ¿no ve?- Le dije, le di un abrazo y lo dejé a Armando, de profesión formador de precios, remarcando el pochoclo que ya había subido de precio.
Windsor Barral Cabero
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