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martes, 28 de septiembre de 2010

TARDE DE MELANCOLIA...1ERA PARTE.

Puede ocurrir tranquilamente que en una tarde lluviosa y aburrida nos pongamos melancólicos y empecemos a buscar fotos de buenos momentos, de años felices, de tiempos que ya no volverán. Si somos solteros, por ejemplo, podemos revisar minuciosamente todos los cajones para encontrar la única foto guardada de una ex novia que nos dio bola de casualidad. Esa chica que se partía de buena y que soñamos con volverla a ubicar para cortar la sequía en nombre del reencuentro inesperado. Si estamos casados o de novios, pensamos lo mismo. El instinto no cambia.


Nos viene a la memoria y nos preguntamos que habrá sido de esta chica, uy y este gordo? Que nos mataba de risa, ¿y si la busco en el feisbuk capaz que la encuentro y si encima esta soltera?, pero bueno de repente nos encontramos con una y mas historias, con personas que coinciden quizás en esos momentos de melancolía


Es demasiado injusto que, en esas situaciones, generalmente la foto no aparezca. Por más que revisemos todos los sobres y demos vuelta los álbumes amarillentos con el loguito de Kodak, lo que buscamos con desesperación no nos da ni la hora. Para peor, suelen reaparecer comprobantes de épocas desagradables. Imágenes de gente que uno no quiere volver a ver, diplomas de carreras que no sirven ni para completar una solicitud de empleo en Mc Donald’s, papeles garabateados con vaya uno a saber qué proyecto delirante que nos salvaría la vida y que, por supuesto, ni siquiera empezó.


En esas tardes de muebles abiertos, cajas destapadas y quilombos que prometeremos ordenar, también son protagonistas las revistas, que asoman casi tímidamente entre otras cosas que aparentan ser más importantes y terminan inevitablemente en nuestras manos como si fueran lo esencial, lo único.


Insisto, es muy injusto que aparezca antes el recuerdo personas que no tienen nada que ver con nuestra existencia, que el de aquella chica que nos despertó todas las hormonas habidas y por haber. Es cruel, es choto. La vida, en ese sentido, es puta. La vida. La chica no. O quizás si. ¿Quién sabe? Ha pasado mucho tiempo y nosotros estuvimos entretenidos ojeando revistas.





Windsor Barral Cabero

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